Cuando llevas tantos años investigando tramas en la industria musical acabas desarrollando un sexto sentido que hace que, al escuchar una canción, te pongas en alerta y pienses “aquí hay algo”. Esto es lo que me sucedió hace unos días cuando, en medio del sentido homenaje que la emisora Radio 3 estaba dedicándole a Tom Petty, me di de bruces con este tema. Pero lo realmente sorprendente fue descubrir que tenía mucho que ver con el artículo que publiqué recientemente sobre el festival de Monterey.
El hombre que quiso ser pájaro
El día 2 de octubre fallecía Tom Petty en el hospital de Santa Mónica. Los medios coincidían en hablar de un ataque al corazón como causa de la muerte, pero a día de hoy todavía no se ha confirmado, puesto que no se han publicado los resultados de la autopsia. A esta falta de precisión hay que añadir la inmensa metedura de pata que tuvieron algunas publicaciones como la Rolling Stone, que anunciaron a bombo y platillo su muerte horas antes de que esta se hubiera certificado. Algo que provocó el enfado de la hija de Petty, que arremetió furibunda contra la revista.
Como consecuencia inmediata su música se vendió un 6.781 por ciento más los días posteriores a la noticia. No puedo evitar imaginarme a productores e inversores frotándose las manos, aunque ¿qué se puede esperar de una industria que acepta estas tragedias con tanta sangre fría? Al igual que ha sucedido en otras ocasiones, ahora la máquina musical de Petty se produce en serie, libre de cargas por la ausencia de él mismo.
Y es que Tom nunca se caracterizó por ser “dócil” ante los deseos de las discográficas. En 1981 protagonizó un sonado incidente con la MCA Records cuando esta decidió unilateralmente subir el precio de su quinto álbum con los Heartbreakers, llamado Hard Promises. La MCA consideraba que estrellas de la talla de Petty debían vender los discos un dólar más caros que el resto de los artistas, y fijaron el importe en 9,98 dólares en lugar de los 8,98 habituales. El disgusto de Petty fue monumental, tanto que amenazó con no publicar el álbum o, de hacerlo, cambiarle el título por “Eight-Ninety Eight”. La MCA acabó por claudicar y dejó el precio anterior.
Como gran artista que era, Tom siempre se rodeó de los más grandes. Uno de sus maestros de guitarra fue Don Felder, que luego se uniría a los Eagles, y también fue gran amigo de George Harrison. Con este último formó, en los años noventa, el super grupo Travelling Wilburys, acompañados por Bob Dylan, Jeff Lyne y Roy Orbison.
Pero el germen de su carrera estuvo, sin duda, en los Byrds. Nunca ocultó su admiración por la banda californiana ni lo mucho que le habían influido. Tanto que en ocasiones solían llamarle, en broma, “el hombre que quiso ser pájaro”.
Así recordaba Roger McGuinn la primera vez que escuchó cantar a Tom:
Era 1976, estaba oyendo la radio en casa y de repente empezó a sonar “American Girl”. Entonces exclamé: “¿Pero cuándo he grabado yo esto?”
Por supuesto estaba bromeando, pero sonaba a mi estilo, las inflexiones vocales eran como las mías y también estaba la guitarra Rickenbacker. Me dijeron que la canción la había escrito un chico de Florida llamado Tom Petty, y en seguida decidí que tenía que conocerle.
Efectivamente, uno de los detalles más característicos de la carrera musical de Petty estuvo en el sonido de su guitarra Rickenbacker, que adquirió para emular a su ídolo. Lo que no se suele decir es que Roger, a su vez, había decidido usarla en homenaje a George Harrison. A veces parece como si la música de toda una generación acabara convergiendo en el mismo punto: Los Beatles.
Tom y Roger hicieron buenas migas, y no sólo en el ámbito musical. No es momento ahora de hablar de los Byrds, pues su historia da para un artículo propio. Basta decir ahora que Roger sabía muy bien lo que es sentirse como una marioneta.
The King of the Hill
En 1991 su amistad acabó dando como fruto una gran canción que fue lanzada como primer single del álbum de Roger Back From Rio y se posicionó en poco tiempo en el segundo lugar de las listas de ventas estadounidenses. Los críticos afirman que la colaboración entre ellos fue tan estrecha que resulta difícil discernir dónde acaba McGuinn y empieza Petty. Ambos, mano a mano, escribieron la letra y compusieron la melodía. Cuando Roger salió de gira para presentar su álbum Tom solía aparecer en el escenario para cantar este tema con él.
La interpretación más común de la canción es que trata de un hombre de negocios que ha amasado su fortuna a base de prácticas ilegales. No es que se hayan quedado calvos pensando, ya que el video oficial desarrolla esta historia.
Se muestra a un empresario observando la ciudad de Los Angeles desde la ventana de su oficina. Tras coger varios fajos de billetes de una caja fuerte e introducirlos en un bolso verde de Gucci (coincidiendo con este verso de la canción) marcha a su casa para reunirse con unos compañeros de negocios en una fiesta de alcohol, drogas y mujeres, donde será sorprendido y detenido.
Al comienzo del video se hace una referencia a un conocido escándalo financiero. Tras esnifar cocaína el protagonista lee un periódico donde dice: “Forecluse: Jefferson S&L Nose Dive”. Aquella estafa, acontecida a finales de los años ochenta, dejó a millones de personas sin ahorros, especialmente en Orange County y Los Angeles. Hubo varios detenidos que acabaron en prisión.
La secuencia de imágenes no es más que la expresión textual de la letra. Va contando, frase por frase, lo que Roger y Tom cantan. Pero el resultado acaba siendo, al final, demasiado literal, demasiado ajustado. Tanto que hay partes que no encajan.
Ateniéndonos a este análisis es difícil no ver cierta similitud con una canción que mencioné en el artículo sobre los Eagles: The King of Hollywood, que Don Henley dedicó con amor a su anterior productor, el oscuro David Geffen. Es el mismo tipo de hombre, con las mismas miserias detrás. Hasta el título se asemeja.
Pero estoy segura de que a la mayoría de mis seguidores, al leer la cabecera del artículo, les habrá venido a la mente otra canción: The Fool on The Hill.
Es un concepto recurrente en las canciones de la época, que incluso los Beatles repitieron en varias ocasiones. Tenemos el ejemplo de George Harrison en That’s the way it goes:
There’s a man talking on the radio
What he’s saying I don’t really know
Seems he’s lost some stocks and shares
Stops and stares
He’s afraid I know
(…)
There’s an actor who hopes to fit the bill
Sees a shining city on a hill
Ese personaje que se cree superior, al que se le sitúa en una posición elevada, ya sea de poder o de jerarquía, pero que en realidad no vale nada. Y al que siempre se le desea un triste final.
Sabemos perfectamente quién era este elemento en las canciones de los Beatles. ¿Pero quién es en la de Tom y Roger?
John Philips
No estoy especulando. El propio Roger McGuinn lo reconoció durante una entrevista en 2015 para la revista Musician Friend, aunque ya había hecho una alusión solapada, años antes, durante una intervención radiofónica.
Musician Friend: Escuchando el “Back From Rio” quedé muy impresionado de cuánto influyó tu música en Tom Petty. Él estuvo en el disco, ¿verdad?
Roger: Sí, estuvo. Escribimos una canción juntos, “The King of the Hill”. Estábamos de gira por Europa con Dylan. Y justo habíamos leído la autobiografía de John Philips. Pensamos que sería un buen material para una canción, así que la compusimos: “El Rey de la Colina”.
Tal vez Roger esperó a que Philips llevara ya un tiempo fallecido para hacer semejantes declaraciones (que sin embargo no tuvieron apenas repercusión). Y quizá por eso se ocuparon de que en el video publicado en el 91 quedara disimulada la verdadera intención de la canción.
L.A.’s asleep, you roll up your window
The night air is cold, the freeway is clear
In a green Gucci bag are your prized possessions
The jewels of your mind to hold back the fear
En el video vemos que las más preciadas posesiones son simplemente unos fajos de billetes, y el bolso de Gucci es tal cual. Pero no queda tan claro qué son esas joyas de la mente, algo que parece aludir a algo más profundo.
And when Monday comes ’round, there’s a high lonesome sound
La frase “When Monday comes ’round” es una alusión directa a una de las más famosas canciones de The Mamas and The Papas, Monday Monday, escrita por Philips, que dice lo siguiente:
Monday, Monday, can´t trust that day
Monday, Monday, sometimes it just turns out that way
Oh Monday mornin´ you gave me no warnin´ of what was to be
Oh Monday, Monday, how could you leave and not take me
Pero todavía se ve más claro cuando llegamos al siguiente verso:
But whenever Monday comes, but whenever Monday comes
Continúa The King of the Hill:
And she follows you down for the kill
And a white blinding light makes it all seem so right
And you feel like the King of the Hill
Toca hacer ahora un inciso para contar una historia escabrosa. Buscando quién podría ser esa “ella” que lo sigue hasta la muerte encontré lo siguiente:
Estos son John Philips y su hija Laura Mackenzie, conocida como “Mackenzie”. Fruto de su matrimonio con Susan Adams, de quien ya tuvimos la oportunidad de hablar en el artículo sobre el festival de Monterey. Ambos agentes de la Inteligencia, ambos hijos y hermanos de agentes de la Inteligencia. En un tiempo en que se realizaban horrendos experimentos con drogas y abusos con el objeto de investigar el efecto del trauma en la capacidad de disociación de la mente.
El 23 de septiembre de 2009, ocho años después de la muerte de su padre, Mackenzie acudió al show de Oprah Winfrey. Entre lágrimas, y ante la atónita mirada de su anfitriona y del público asistente, confesó haber mantenido relaciones incestuosas con su padre.
Poco después publicaba una autobiografía, High on Arrival, donde narraba cómo el propio John le había introducido en las drogas, seguramente para cometer los abusos que se sucederían durante varios años. En 1979, siempre según su versión, destrozada a causa de su adicción a los narcóticos, entró en un centro de rehabilitación al cual él la acompañó para seguir manteniendo relaciones. Llegó a proponerle marcharse a vivir a un país donde se permitieran estas prácticas.
Todo acabó cuando ella quedó embarazada, sin saber quién era el padre de su hijo, y le pidió a John que le pagara un aborto.
Tras estas declaraciones gran parte del entorno de Philips cerró filas para negar categóricamente los hechos. Geneviève Waïte, la mujer de Philips durante el tiempo en que habrían sucedido, dijo que nada de esto “encajaba con el carácter de su ex esposo”. Algo que corroboró su segunda mujer, la ex miembro de The Mamas and The Papas Michelle Philips.
Sin embargo hubo algunas voces discordantes: Chynna Philips, hija de Michelle, dijo que sí creía en el testimonio de Mackenzie, puesto que ella le había informado de ello varios años antes, en 1997. Bijou Philips, la hija de Geneviéve, dijo haber conocido los hechos cuando tenía tan sólo 13 años, en boca de su hermanastra. Pero acabó por declarar que no la creía. O más bien que no quería creerla.
El testimonio más importante quizá sea el de Jessica Woods, hija de Denny Doherty (el otro miembro masculino de The Mamas and the Papas), que confesó que su padre le había dicho, años antes, que “conocía la terrible verdad” y que estaba “horrorizado por lo que había hecho John”. Resulta revelador porque estamos hablando de personas que, aun siendo cercanas a Philips, estaban fuera del más estricto círculo familiar.
¿Era acaso un secreto a voces? ¿Quién más sabría de esto? ¿Quizá hubo rumores que trascendieron hasta llegar a otros artistas musicales de su entorno? ¿Gente como Roger McGuinn, que también vivía en Los Angeles por aquella época?
The driveway is long, your princess is lovely
Your servants all wait for your knock on the door
How many years will you crawl through this castle?
So satisfied and still wanting more
¿Es la princesa de la canción la hija de Philips?
La palabra “Crawl” del tercer verso tiene una traducción difícil. Literalmente es “gatear”, pero también puede significar “meterse sigilosamente”. Buscando en el Word Reference Dictionary encontré el siguiente ejemplo: He crawled into bed as quietly as possible so as not to wake his wife (se metió en la cama sigilosamente, no quería que su esposa se despertara).
Y con esto llegamos a la última estrofa de la canción:
The guests have arrived with all the right faces
But you miss the ball in that room down the hall
It’s sunrise again, the driveway is empty
The crystal is cracked, there’s blood on the wall
Cuyo segundo verso no fue representado de ninguna forma en el video. Busqué hasta encontrar una canción compuesta por Alan y Marilyn Bergman junto a Elmer Bernstein, pero interpretada por Mama Cass en su carrera en solitario. Se llama “Costume Ball”:
Picture a ballroom of mirrors that lie
How you’ll love the world they will show you
Este tema, cuyo título se traduciría como “Baile de disfraces” dibuja una habitación en la que se celebra una fiesta, donde todo el mundo lleva máscaras, planteando un escenario onírico y misterioso en el que nadie sabe quién es el otro y en el que, según dice: “nunca sabes de quién son los labios que estás besando”.
En conclusión, podríamos decir que Tom y Roger no están describiendo precisamente a un santo. En el mejor de los escenarios estaríamos hablando de un hombre sin alma, podrido de dinero y fama, al cual le pronostican una muerte terrible. Ese cristal roto y esa sangre en el muro, consecuencias de un accidente automovilístico. Con uno de esos tantos coches de lujo que atesoraba Philips en su “castillo”. Aprovechándose de la servidumbre de todos cuantos le rodeaban. Gozando de la impunidad necesaria para hacer cuanto quisiera, oculto tras el silencio de muchos. Algunos, como Tom y Roger, se atrevieron a hablar, con el debido disimulo y sin mayores consecuencias. Otros no tuvieron tanta suerte, quizá porque sabían demasiado y se habían cansado de callar.
Pronto hablaremos de ellos:
Lady Ruth
Pufff. Un articulo apabullante. Me ha sororendido mucho. Desconocia la practica totalidad de los datos. Y quedo expectante de saber hacia donde conduce esta historia. Enhorabuena, Lay.